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Seguro que ya lo habéis visto en otros blogs: la tarta de chocolate y calabacín. Esto no es un error, sino un descubrimiento maravilloso. El calabacín, muy finamente rallado, reemplaza la grasa del pastel para dar fondant con toda ligereza.
Aproveché para sustituir la harina de trigo por una harina que acabo de comprar: harina de quinoa que tiene la ventaja de no contener gluten para los intolerantes.
Personalmente, me gustan los postres de chocolate fuerte, pero algunos de ustedes pueden preferir un pastel un poco más dulce: o aumentan la cantidad de azúcar o toman un chocolate menos rico en cacao.
Receta inspirada en el blog Maman s’explode.
Para un molde cuadrado de 25 cm:
- 3 huevos
- 200 g de chocolate negro para hornear al 70 %
- 85 g de azúcar
- 50 g de harina de quinoa (o harina de trigo T45)
- 200 g de pulpa de calabacín (peso pelado)
1- Rallar los calabacines en un rallador de agujeros finos. Obtendrás una especie de puré de calabacín.
2- Derretir el chocolate al baño maría.
3- Separar las claras de las yemas en dos ensaladeras.
4- Vierta el azúcar en las yemas y bata hasta obtener una mezcla espumosa.
5- Agregar la harina de quinoa y el chocolate derretido. Comience a mezclar y luego agregue el puré de calabacín. Utilice una espátula para obtener una mezcla homogénea.
6- Montar bien firme las claras de huevo.
7- Agregue suavemente las claras de huevo a la masa de la torta, levantando la masa.
8- Verter en un molde desmontable.
9- Precalienta tu horno a 180°C y hornea por 25 minutos. Cuando presione ligeramente el pastel, debe sentirse tierno y esponjoso.
10- Dejar enfriar completamente antes de desmoldar.
